La historia se repite cada vez que los enfrentamos, en cada partido, en cada Clasificatoria. Muchos hinchas peruanos llegaron pesimistas al partido ante Argentina y terminan aplaudiendo a la Selección Nacional, jurando que se pudo haber ganado, que fuimos mejores. Todo volvió a suceder ayer igualito, luego del partidazo en el Estadio Nacional.
La fórmula fue la de siempre: Perú jugando de manera sorprendente, con palos, con vértigo, con emoción, con una victoria que pudo ser, pero que se quedó en empate.
Claudio Pizarro falló un penal en el primer minuto y ese error fue la promesa de que este sería un partido inolvidable, para bien o mal. Carlos Zambrano guerreó a los 22’ para un gol hecho a puro punche y nos empató Gonzalo Higuaín, con jugadón de Lavezzi (sí, tuvo que aparecer Lavezzi, porque de Lionel Messi no se supo nada en 90 minutos).
Un palo de Luis Ramírez en el segundo tiempo hizo perder el aliento a 30 millones de peruanos y el ingreso de Paolo Guerrero levantó una ovación en todos los rincones del país.
Faltó la victoria, pero hubo más emoción que todos los otros partidos. Faltó la victoria, pero el equipo jugó mejor que uno de los mejores del mundo. Faltó la victoria, pero Messi no fue más que ningún jugador peruano. Faltó la victoria, pero hay esperanza de un futuro mejor con este equipo, que jugando así el Mundial ya no es un sueño, que si tenemos fe en esta selección no nos desfraudarán. No esta vez.
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